A casi seis décadas de su primer anuncio, el Puente Chacao —la megaobra que conectará la isla grande de Chiloé con el continente— sigue avanzando a paso lento, revelando una realidad que contrasta fuertemente con los tiempos de ejecución de infraestructura en otros países.
El video recientemente publicado por Meganoticias muestra los avances de esta estructura colgante, que será la más larga de Sudamérica. Su construcción se inició formalmente en 2018, pero la idea original fue planteada por primera vez en 1966, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva. Desde entonces, el proyecto ha atravesado décadas de estudios, promesas incumplidas, licitaciones fallidas y postergaciones.
De acuerdo con información oficial del Ministerio de Obras Públicas (MOP), el puente tendrá una longitud de 2.750 metros, con tres torres principales y dos vanos centrales. Permitirá el tránsito en doble vía para vehículos y peatones, conectando directamente Ancud con Pargua y eliminando la dependencia del transbordo marítimo.
¿Cuándo estará listo el Puente Chacao?
En marzo de 2025, la ministra de Obras Públicas, Jessica López, señaló que el Puente Chacao estaría terminado en octubre de 2028. En esa misma oportunidad, informó que la obra llevaba un 50% de avance. Sin embargo, en otros comunicados del MOP y estimaciones recientes, se hablaba de un 80% de avance estructural, lo que refleja cierta inconsistencia en las cifras oficiales.
Más allá del porcentaje exacto, lo que más llama la atención es el tiempo que ha tomado este proyecto. Mientras en países como China o Alemania infraestructuras similares se completan en menos de una década, en Chile el puente ha estado más de 50 años en fase de planificación, estudios o trámites burocráticos.
¿Por qué ha demorado tanto?
La lentitud en su desarrollo ha estado marcada por cambios de gobierno, disputas contractuales, revisión de presupuestos, conflictos técnicos y una histórica falta de decisión política. La empresa coreana Hyundai, a cargo de su ejecución, ha enfrentado además dificultades técnicas por la compleja geografía del canal, además de retrasos logísticos y climáticos.
Hoy, mientras los chilotes siguen esperando una conexión permanente con el continente, el país observa cómo una obra que podría ser símbolo de integración y desarrollo, se ha convertido en una postal del centralismo y la burocracia nacional.
¿Será octubre de 2028 la fecha definitiva o volverá a postergarse un proyecto que ya carga con más de medio siglo de espera?
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