Presidential candidate for the political alliance Pacto Historico Gustavo Petro (Out of Frame) and his running mate for Colombia's vice-presidency Francia Marquez sign their official candidacy to the National Registry of Colombia on March 25, 2022, in Bogota, Colombia. (Photo by Sebastian Barros/NurPhoto via Getty Images)
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La reciente elección de Petro en Colombia vino a abrir nuevos horizontes para la izquierda representante en el país. El triunfo se dio de la mano de la activista Francia Márquez, una pieza clave en la movilización de sectores antes rezagados. El resultado se explica considerando la trayectoria que posee la actual vicepresidenta electa.

Por Valentina Luza Carrión

La ex candidata colombiana y actual electa como vicepresidenta de izquierda, Francia Márquez, de la coalición Pacto Histórico, fue fundamental para el ascenso de Petro. El primer gobierno de izquierda tras 214 años alejados del poder.

La dirigenta social a sus 40 años, se convirtió en la segunda mujer en ocupar el cargo, y la primera afrocolombiana. Este domingo, Márquez celebró que el país tendrá el primer «gobierno popular y de los nadies» de su historia, siendo un paso importante para reconciliar la nación.

Ahora, en su próximo cargo, lideraría un ministerio de la igualdad, además de estar destinada como figura en la formulación de políticas y gestiones de decisiones. En ese sentido, las expectativas son inmensas.

Cabe destacar que Márquez, quedó segunda en las primarias de la coalición izquierdista Pacto Histórico con 783.000 votos, los que han sido ganados en base a su trabajo directo y desde las comunidades. Un lugar que, según señala, es de donde viene: madre soltera, afrodescendiente, feminista y ambientalista. Así se define a sí misma Francia Márquez.

Las expectativas en el nuevo cargo a ejercer son grandes; por un lado se espera que sea una ayuda crucial para el desarrollo económico, acercando la conversación entre los pobladores y las grandes empresas, quienes son aún escépticos en las confianzas con estos sectores a menudo alejados de la realidad social.

La abogada declaró en su discurso de triunfo que se busca reconciliar a la nación: «Este será el gobierno de la gente, de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia» y agregó que: «Vamos por la paz de manera decidida, sin miedo, con amor y alegría, vamos por la dignidad, por la justicia social».

Durante las últimas semanas la dirigenta se ha convertido en un fenómeno político y un símbolo de las comunidades tradicionalmente marginadas en la política y en la sociedad colombiana. En ella recaen muchas expectativas del próximo gobierno.

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Su vida política: una lucha que comenzó deprisa

Desde niña fue cercana a las luchas ambientales, nacida en Cauca y con 15 años inició su vida siendo madre adolescente y empleada doméstica. Durante su adolescencia trabajó como minera de oro artesanal en su municipio y como empleada doméstica en la ciudad de Cali.

Unos años más tarde entró a estudiar derecho y se adentró en el mundo de las ideas y las teorías, en busca de las ideologías que posteriormente le hicieron sentido.

Del 2013 al 2014, fue nombrada como representante legal del Consejo de comunidades afrodescendientes del corregimiento La Toma, participó en la Asamblea Permanente declarada por las comunidades afro del Cauca, y en la mesa interétnica e intercultural del Norte del Cauca desde la cual se le exigió al gobierno detener la minería ilegal y el otorgamiento de títulos mineros sin consulta previa en territorios étnicos.

Uno de los procesos más trascendentales en donde participó fue en el llamamiento a la Corte Constitucional, que buscaba detener el desalojo de comunidades afrodescendientes en su pueblo natal La Toma (2009).

Tras el trabajo realizado en la zona, logró el cesé de las multinacionales en el lugar, devolviendo el espacio a las comunidades  gracias al fallo emitido desde la Corte que declaraba el lugar como ancestral. Francia debió huir junto a sus hijos, tras las amenazas que recibió de parte de los paramilitares.

Participó por tres años en el proceso de evaluación de los impactos de la desviación del Río Ovejas a la Represa Salvajina, y después en el proceso de exigibilidad a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca y a la Empresa de Energía del Pacífico para la reparación de los impactos creados por el megaproyecto.

Fue desplazada forzosamente del territorio y declarada, junto con sus hijos, objetivo militar por parte de grupos paramilitares.

En 2014 organizó la Movilización de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios ancestrales, conocida como la «marcha de los turbantes». Esta logró el reconocimiento de 27 Consejos Comunitarios del Norte del Cauca como sujetos de reparación colectiva.

Posteriormente siguió su camino, siempre ligada a la lucha ambiental, por lo que recibió en 2015 el premio nacional de Derechos Humanos. Tres años después recibió el premio Goldman Environmental Prize (2018)  que es homólogo a un nobel desde la lucha ambiental.

Según la BBC Francia Márquez fue una de las 100 mujeres más influyentes del mundo en 2019. Ese mismo año, mientras era reconocida, también fue víctima de un atentado. Este ocurrió cuando estaba en una reunión de preparación para unos diálogos entre representantes indígenas y el Gobierno. Allí  fue atacada con armas y granadas.

Su denuncia constante al extractivismo, la ha hecho ser reconocida no tanto desde el mundo político, sino más bien desde la lucha social ambiental que existe en Colombia.

«El sueño que en Colombia se pueda vivir ‘sabroso'»

«Nos dijeron que la política no era para nosotras, que el lugar nuestro como mujeres negras era como empleadas domésticas. Poniéndoles lindas sus casas, criándoles a sus hijos. Para volver aquí para enterrar a los nuestros. Hay que romper esas cadenas de opresión» reafirmó Márquez en un discurso triunfal el pasado domingo 19 de junio.

En sus palabras expresba que: «Colombia es mujer porque hemos sido las mujeres quienes hemos sostenido la vida en este país. Porque hemos sido las mujeres, campesinas, negras, indígenas, de sectores populares quienes hemos cuidado a nuestras familias y a nuestros hijos. Hemos sido las mujeres quienes hemos asumido la responsabilidad maternal y paternal de cuidar la vida, y eso nos hace hoy, como mujeres, avanzar a ocupar la política».

En ese sentido, no sorprende la poderosa figura que la activista dió a Petro en las elecciones. Con elementos fuertes: lideresa social, mujer, afrocolombiana y con historial en accionar ambiental. La suma de todas estas características fueron determinantes para la coherencia y credibilidad de la actual electa como vicepresidenta.

Francia Márquez es, según su propia descripción, la primera mujer «negra, afrodescendiente, oriunda de las regiones más empobrecidas» de Colombia. El próximo 7 de agosto asumiría la vicepresidencia con toda la expectativa del pueblo Colombiano en su desempeño.

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