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Una agradable tarde en el Santuario, pasada la hora de mayor calor, recibió a las peregrinas y peregrinos que llegaron al Santuario para participar del segundo día de novena, día dedicado a orar por las parroquias.
Después del rezo de los misterios dolorosos y la lectura de la Palabra, el Obispo comenzó su mensaje diciendo que las parroquias son comunidades que no pueden existir sin eucaristía. “Para nosotros no es fácil vivir como cristianos, el mundo en que vivimos está marcado por consumismo, indiferencia, secularismo cerrado a la trascendencia. El domingo, día del Señor, es la ocasión para sacar fuerzas de Él; el mandamiento de la iglesia para que participemos en la misa los domingos y fiestas señaladas, no es un deber, un peso sobre nuestros hombros; es una necesidad, para encontrar la energía para el camino de la semana”.
Don Celestino también dijo que: “Cristo es el mismo en todos los altares del mundo, presente en el pan eucarístico de todos los lugares de la tierra; solo podemos encontrarlo junto con todos los demás, solo podemos recibirlo en la unidad. Por eso no se puede comulgar con Él si no comulgamos con el otro”.
Misa
La misa vespertina fue presidida por el vicario del valle sur, p. Mario Campillay. En el momento de la prédica, el P. Mario llamó a la conversión, “que se note donde vayamos que somos convertidos, un hombre una mujer de Dios habla desde el testimonio que da. Somos testigos del amor de Dios”, dijo. Hablando de las parroquias, las definió como “comunidad de comunidades, pozo del pueblo donde todos van a beber agua fresca, agua de vida, la vida de Jesús”. Terminó invitando a soñar: “Soñemos nuestra parroquia, que sea un lugar acogedor, donde nos tratemos como hijos de Dios”.
Junto al pan y al vino, personas de la asamblea ofrecieron al altar la imagen de cada una de las parroquias de la diócesis, que se depositaron a los pies de La Candelaria.

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