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Osados hackers informáticos atacaron los sistemas informáticos de Atacama Minerals, minera ubicada en el norte del país con oficinas en Santiago.

Todo se desató el sábado 15 de enero de 2022, aproximadamente a las 17:00 horas.
En una primera instancia, se habló de una anomalía. Dos horas después, los ejecutivos de la productora de yodo Atacama Minerals, de capitales canadienses, se dieron cuenta de que la situación era mucho más compleja: los sistemas computacionales de la empresa habían sido atacados por hackers.

Un gran ataque: los archivos del Departamento de Finanzas de la compañía habían sido encriptados, por lo que no era posible acceder a la información, salvo que se contara con un determinado algoritmo. Después, el gerente de tecnologías descubrió que les habían dejado un archivo solicitando el rescate de los documentos a cambio de un pago en bitcoins.

Por lo anterior, durante el mes de abril de este año Atacama Minerals presentó una querella criminal ante el 1º Juzgado de Garantía de Santiago.

El citado medio detalló que la compañía no se contactó ni tampoco entregó algún pago a el o los hackers. La información todavía no es recuperada.

La falta de esa información, se precisó en la querella, “impacta el normal y periódico funcionamiento de la organización”, y obligó -además- a realizar esfuerzos adicionales para poder cumplir ante organismos como por ejemplo el Servicio de Impuestos Internos (SII).

El Ministerio Público, en tanto, ya dispone de los antecedentes con respecto a este caso, puntualizó Diario Financiero.

La minera todavía no puede recuperar la información. El caso ya está en manos de la justicia.

La situación se había desbordado.

Por lo general, los ataques cibernéticos se originan en correos electrónicos que, en primera instancia, se ven inofensivos. Muchas veces el remitente es un banco que ofrece promociones. Parece sospechoso, pero hay quienes lo abren. Es la llave para que un computador sea secuestrado por criminales que luego piden rescate.

A nivel mundial, el número de víctimas de ransomware –los programas que bloquean los archivos, datos y programas de computadoras ajenas– se siguen multiplicando cada año, pese a las advertencias de las policías y los expertos.

 

Criptomonedas y la importancia de la autorregulación

La tecnología y sus oportunidades de desarrollo nos han solucionado la vida en muchos aspectos cotidianos, pero también nos han enfrentado a dilemas éticos y algunos riesgos que son de preocupación global, como el uso de datos personales, o los cada vez más comunes ciberdelitos.

Pero, sin duda, una de las controversias a nivel mundial se relaciona con la expansión de las criptomonedas y su escasa regulación y supervisión —actualmente en pleno debate—, lo que deja la puerta abierta a diversos delitos y usos maliciosos que urge prevenir.

No se trata de crucificar los activos digitales y su utilización, sino de poner sobre la mesa las preocupaciones evidenciadas desde su origen, y que se vinculan con la falta de control por parte de gobiernos o entes reguladores.

Lo anterior, considerando que —según Coinmarketcap, el portal de referencia más importante para criptomonedas— el valor total de los fondos invertidos en criptodivisas en el mundo a diciembre 2021 se estima en unos 2,1 billones de dólares, monto que supera al de los 12 bancos más grandes del mundo combinados.

Según un informe del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), los Activos Virtuales tienen el potencial de estimular la innovación y la eficiencia financiera, pero también crean nuevas oportunidades para estafas, actividades ilícitas, financiamiento del terrorismo, lavado de dinero o activos, evasión tributaria, fraudes financieros, entre otros. Esto, porque las criptomonedas permiten realizar operaciones transfronterizas con rapidez, así como adquirir y traspasar activos digitalmente, generalmente fuera del sistema financiero regulado, lo que permite disfrazar el origen o destino del dinero, dificultando la detección de actividades sospechosas de manera oportuna.

Generalmente los hackers piden rescate a través de criptomonedas, todo esto ayudado pos la extraterritorialidad de las transacciones, es decir, que se pueden realizar desde cualquier parte del mundo, obstaculizando la detección de ilícitos y la aplicación de responsabilidades penales, haciendo fundamental la cooperación entre gobiernos.

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