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Pero esto se esperaba y no quiere decir que la vacuna no funcione, aquí le explicamos por qué.

La información del artículo publicada originalmente en  el medio ABCnews, hablaba sobre una persona contagiada luego de haber recibido la vacuna, cuenta que Mathew W., de 45 años, se vacunó con la primera dosis de la vacuna de Pfizer el 18 de diciembre. Seis días después, cuando terminó su turno en la unidad de covid para la que trabaja, sintió escalofríos, dolor muscular y fatiga, se hizo una prueba en el hospital, y arrojó que, en efecto, era COVID.

Sin embargo, como incluso explica en ABCnews el experto Christian Ramers, un especialista en enfermedades infecciosas de los Centros de salud familiar de San Diego, California, “este escenario no es inesperado”.

El objetivo principal de las vacunas contra el covid es evitar los síntomas graves y la muerte

Antes de pensar en interrumpir la transmisión del virus y que no pueda infectarnos, la idea de estas vacunas es que las personas no desarrollen una enfermedad grave, y así no tengan que ir a una UCI ni se mueran, y que así no impacten tanto al sistema de salud.

Todas las vacunas que han tenido autorización de emergencia en el mundo hasta ahora tienen una eficacia de por lo menos el 80 por ciento para proteger a la gente de síntomas graves y la muerte. Eso no quire decir que el otro 20 por ciento vaya a tener esos síntomas, sino que si le da covid puede desarrollarlos.

“En las personas vacunadas en fases de estudio no hubo fallecidos y se protegieron de enfermedad grave y muerte”, explica Jaime Castellanos, director del Instituto de Virología de la Universidad El Bosque y Ph.D. en bioquímica y biología molecular.

En el caso de la vacuna china de Sinovac, el 50,4 por ciento de eficacia que se ha reportado en Brasil se refiere a la capacidad que tiene de evitar la enfermedad muy leve.

Acorde al Instituto Butantan, que realizó los ensayos clínicos de la vacuna china en ese país, para evitar enfermedad grave y moderada (hospitalización o UCI) la cifra es del 100 por ciento.

Aunque las vacunas NO ELIMINAN EL VIRUS NI DETIENEN SU TRANSMISIÓN, que eviten que las personas tengan una enfermedad grave tiene un sentido de salud pública.

Así lo sugiere la viróloga Angela Rasmussen, de la Universidad de Georgetown, en este artículo. Según Rasmussen, que menos personas tengan síntomas tan graves como para ir al hospital aliviana la carga en el sistema de salud.

En todo caso, los investigadores todavía están averiguando si estas vacunas pueden reducir e incluso detener la transmisión del virus; los estudios apuntan a que sí parece estar sucediendo.

Por lo menos, que puedan reducir la cantidad de partículas virales que tiene una persona, y con ello la transmisión, como sugiere este estudio que está en versión de preimpresión y falta que revisen expertos.

En todo caso, como el covid puede darse sin síntomas, como buscan las vacunas, existe el riesgo de transmitir a otras personas y contagiarlas incluso teniendo la vacuna.

Por eso, instituciones como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) aconsejan seguir con las medidas de protección como los tapabocas y estar en  espacios ventilados.

Como fuere, que el enfermero haya tenido síntomas no es muestra que la vacuna haya fallado, porque la eficacia no es del 100 por ciento.

Y hay más opciones.

Otra es que el sistema inmune no se haya activado. Eso porque su efecto no es inmediato: necesita tiempo para activar su mecanismo de defensa después de la vacuna.

“No es que la persona se vacuna e inmediatamente queda protegida”, dice Jaime Castellanos, de la Universidad del Bosque.

Lo ejemplifica con la vacuna de la fiebre amarilla, que le exigen a viajeros de otros países antes de ir a lugares en el trópico, por lo menos diez días antes de viajar. Ese plazo es para que el sistema inmune se prepare.

Y otra opción es que el enfermero se haya contagiado porque solo llevaba una de las dosis dosis de la vacuna de Pfizer, que fue la que recibió.

Eso porque la eficacia de esta vacuna (como de cualquiera de dos dosis) se mide después de la aplicación de la dosis final, así que el enfermero tenía una protección reducida.

“Una dosis entrena al sistema inmune parcialmente y la segunda, enteramente. Por eso es importante poner el protocolo de vacunación entre 14 y 21 días después, dependiendo el tipo de vacuna”, remata Castellanos.

Como el hecho sí sucedió, y el artículo explica estas posibilidades, lo calificamos como verdadero.

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