Foto: Agencia Uno
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Durante esta semana, y mientras el amarillismo se apagaba de manera nada sutil, se pudo observar en las redes sociales a uno que otro miembro de esa cofradía de defensores masturbatorios de una Concertación idealizada, emplazar, de manera muy cándida, a la derecha a cumplir su compromiso. Sus frases de buena crianza republicana nos recuerdan por qué muchos de ellos no fueron más que personajes de segundo orden en los llamados 30 años. Y por qué nunca ejercieron el poder.

Luego de una derrota de las dimensiones del Apruebo el domingo recién pasado, muchas acusaciones han corrido de un lado a otro. Mientras unos culpan a los convencionales y su nula capacidad de hacer política (problema muy propio de cierta izquierda por años, por lo demás), otros miran a los medios como si debieran haber cambiado de pensar lo que piensan y decir lo que dicen, así, por arte de magia.

Pero la política no funciona de esa manera. Nada pasa por arte de magia, ni los milagros atraviesan los discursos y los relatos y los cambian por obra y gracia de una fuerza superior, llámese Dios, o la “sabiduría popular”. Para lograr que las cosas cambien su rumbo, se requiere entenderlas, leerlas, mirarlas con atención y nunca, jamás, enamorarse de un discurso sin antes entender las condiciones materiales de existencia.

Dicho esto, tampoco hay que creer en el pensamiento mágico de que, bajo las reglas existentes, ciertos actores políticos cambiarán lo que han hecho durante su trayectoria vital. Se puede esperar una modificación de sus comportamientos, pero nunca depositar todas las esperanzas en quienes, como pasa con la derecha en Chile, saben usar cada cuota de poder con tal de mover el paisaje a su favor.

Durante esta semana, y mientras el amarillismo se apagaba de manera nada sutil, se pudo observar en las redes sociales a uno que otro miembro de esa cofradía de defensores masturbatorios de una Concertación idealizada, emplazar, de manera muy cándida, a la derecha a cumplir su compromiso. Sus frases de buena crianza republicana nos recuerdan por qué muchos de ellos no fueron más que personajes de segundo orden en los llamados 30 años. Y por qué nunca ejercieron el poder.

Chile Vamos, en cambio, está haciendo lo que sabe hacer. Si bien accede a reuniones con el gobierno, lo hace bajo sus reglas, relativizando lo conversado, saliéndose de a poco de cuestiones como la reforma tributaria, la de pensiones, y provocando incertidumbre en la administración Boric. ¿Quiere decir esto que se bajarán de un nuevo acuerdo constitucional? No. Pero aprovecharán cada momento, cada segundo, y cuando vean la posibilidad de perder el margen de acción que hoy tienen, entonces accederán para poner sus condiciones como siempre lo han hecho.

Quienes quisieron creer que verían en televisión un lindo evento con manos alzadas, mientras ellos se secaban las lágrimas con pañuelos amarillos, demuestran su poco conocimiento acerca de todo lo relacionado con la política y sus constantes luchas por tener el control. Y eso la derecha lo aprovechó magistralmente, dejando que el movimiento liderado por Cristián Warnken se peleara con sus antiguos camaradas concertacionistas.

¿Ha cambiado la derecha? Eso es relativo. Generacionalmente, tal vez. Pero su mirada ideológica, aquella que nació entre el matrimonio del gremialismo y los Chicago, y que permea incluso a los partidos que vienen de otra vertiente, como Renovación Nacional, sigue intacta. Y va a luchar por conservarla.

FUENTE: lavozdelosquesobran.cl

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