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El papa Francisco lo considera una «atrocidad», un «crimen».

En una carta sin precedentes, el Papa se dirige directamente a la comunidad católica romana y condena duramente los abusos sexuales de menores por sacerdotes de la Iglesia católica desvelados por la justicia estadounidense.

La semana pasada, un gran jurado de Estados Unidos presentó un informe en el que documentó siete décadas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos en el estado de Pensilvania.

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El documento, de más de 1.300 páginas, identifica a más de 1.000 menores que fueron abusados o violados por parte de 300 supuestos «sacerdotes depredadores» desde 1940, si bien se cree que el número real de víctimas puede ser mucho mayor.

El informe detalla cómo la iglesia «encubrió sistemáticamente» lo ocurrido durante más de 70 años. Muchos de los casos ya han prescrito.

Dos días después de su publicación, la Santa Sede aseguró que el papa Francisco estaba del lado de las víctimas y este lunes el Vaticano publicó la carta del pontífice en su página web.

Pese a la firmeza de la misiva de Francisco, el Papa no especifica las medidas que la iglesia está emprendiendo o emprenderá para erradicar el problema, si bien insta a apoyar «todas las mediaciones judiciales» que sean necesarias.

El Papa FranciscoDerechos de autor de la imagen REUTERS
Un gran jurado de Estados Unidos documentó miles de abusos sexuales a menores supuestamente cometidos por sacerdotes de la Iglesia católica.

«Cultura de muerte»

En la misiva dirigida al «pueblo de Dios», el Papa pide unidad «para erradicar esta cultura de muerte».

«Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos», señala.

Francisco, que durante su pontificado ha creado una comisión para la protección de los menores, admite que la iglesia no estuvo a la altura.

«Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas», reconoce el Papa.

«Hemos descuidado y abandonado a los pequeños».

Theodore McCarrickDerechos de autor de la imagen GETTY IMAGES
El anterior arzobispo de Washington, el cardenal Theodore McCarrick, renunció tras acusaciones de que había abusado de un menor en la década de 1970.

Refiriéndose directamente al informe estadounidense, el pontífice señala que la «mayoría de los casos corresponden al pasado».

Sin embargo, apunta que «con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades (…) las heridas «nunca prescriben».

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En ese sentido, el Papa menciona el trabajo que la iglesia realiza «en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la ‘tolerancia cero’ y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos».

No obstante, admite: «Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias».

«Pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro», señala Francisco sin entrar en más detalles.

En la carta, el Papa insta a todos los miembros de la iglesia a «denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona», les invita a la «oración y el ayuno» y pide «solidaridad».

«Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual, «porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co 11,14)»» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 165)», escribe en la misiva.

El caso de Estados Unidos se produce después del escándalo destapado este mismo año en Chile, por el caso del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales.

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En un principio, el pontífice defendió al obispo Barros pero, tras encargar una investigación, reconoció que había cometido un error y aceptó la renuncia de éste y otros tres obispos del país latinoamericano.

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